La crisis de los alimentos o crisis alimentaria, es un tema que en la agenda de varios países empieza a cobrar fuerza tal que se equipara con cualquier causa de soberanía nacional.
Sobre todo en países pobres y en vías desarrollo como México, el riesgo de perderse la producción del grano básico de la alimentación representada por el Maíz puede llevar a una profunda crisis social. Existen muchas razones para tomar más que precauciones.
Por un lado un crecimiento indiscriminado de la población esta demandando mayor cantidad de alimentos. Producirlos requiere tecnificación de los cultivos, adquisición de insumos y finalmente transportarlos hasta los consumidores finales, implica un costo. En suma, por el proceso anterior tenemos como resultado un precio por el cual se tiene que pagar para acceder a ellos.
Es bien sabido que en México se importa Maíz de los EEUU y, la producción nacional se concentra principalmente en Sinaloa. Tanto el Maíz importado como la cosecha nacional están subsidiados, es decir, con recursos de los gobiernos respectivos se logran precios por debajo de su costo de producción para ponerlos al alcance de la población.
La pregunta de muchos es entonces ¿Por qué se habla de una crisis alimentaria? En primer lugar porque no siempre serán precios accesibles, principalmente en las clases de bajo y mediano poder adquisitivo. ¿Cómo se presenta esto?
Los subsidios mitigan el efecto de los precios, más no aseguran la producción ideal. Los fenómenos naturales están afectando los cultivos, su costo de producción esta aumentando, los granos como el Maíz están teniendo otros usos (producción de biocombustibles así como para alimentar ganado vacuno para producir carne y leche, demandadas en países desarrollados) y, en el caso del medio rural mexicano, éste grano básico ya no se produce (abandono de tierras) ni siquiera para subsistencia.
En México cuna del Maíz, el abandonar su cultivo implican perder modos de vida, se pierden granos criollos que representan un valor cultural y nos alejamos de una prueba fehaciente de la evolución natural de la semilla que ha logrado anteponerse a las adversidades climatológicas.
Dejar que los gobiernos nos resuelvan (hasta cuando puedan) la alimentación básica, es sinónimo de pérdida de soberanía. Por ello, si el grano básico de alimentación en México es el Maíz, luego entonces los mexicanos tenemos una razón para estar en riesgo de perder nuestra soberanía nacional.
Dejar que las empresas inicien cultivos transgénicos de Maíz en México, implica que los laboratorios patenten sus investigaciones. Las patentes son propiedad de sus descubridores, por lo tanto, si dependemos de Maíz transgénico, hay que pagar un costo extra a las empresas dueñas de las patentes.
Dejar que avance esta crisis del Maíz y sobre todo sigamos en el esquema del subsidio, puede desatar un problema social sin precedentes desde las clases más bajas hasta las clases medias. Finalmente, mientras se produzcan los alimentos básicos y exista quien pueda pagarlos, algunos llevaran comida a sus mesas pero, sin dinero, o se cambian los hábitos de consumo o nos preparamos por una guerra civil.
Comentarios:
floribertov@gmail.com y Twitter @betosierrasur
Sobre todo en países pobres y en vías desarrollo como México, el riesgo de perderse la producción del grano básico de la alimentación representada por el Maíz puede llevar a una profunda crisis social. Existen muchas razones para tomar más que precauciones.
Por un lado un crecimiento indiscriminado de la población esta demandando mayor cantidad de alimentos. Producirlos requiere tecnificación de los cultivos, adquisición de insumos y finalmente transportarlos hasta los consumidores finales, implica un costo. En suma, por el proceso anterior tenemos como resultado un precio por el cual se tiene que pagar para acceder a ellos.
Es bien sabido que en México se importa Maíz de los EEUU y, la producción nacional se concentra principalmente en Sinaloa. Tanto el Maíz importado como la cosecha nacional están subsidiados, es decir, con recursos de los gobiernos respectivos se logran precios por debajo de su costo de producción para ponerlos al alcance de la población.
La pregunta de muchos es entonces ¿Por qué se habla de una crisis alimentaria? En primer lugar porque no siempre serán precios accesibles, principalmente en las clases de bajo y mediano poder adquisitivo. ¿Cómo se presenta esto?
Los subsidios mitigan el efecto de los precios, más no aseguran la producción ideal. Los fenómenos naturales están afectando los cultivos, su costo de producción esta aumentando, los granos como el Maíz están teniendo otros usos (producción de biocombustibles así como para alimentar ganado vacuno para producir carne y leche, demandadas en países desarrollados) y, en el caso del medio rural mexicano, éste grano básico ya no se produce (abandono de tierras) ni siquiera para subsistencia.
En México cuna del Maíz, el abandonar su cultivo implican perder modos de vida, se pierden granos criollos que representan un valor cultural y nos alejamos de una prueba fehaciente de la evolución natural de la semilla que ha logrado anteponerse a las adversidades climatológicas.
Dejar que los gobiernos nos resuelvan (hasta cuando puedan) la alimentación básica, es sinónimo de pérdida de soberanía. Por ello, si el grano básico de alimentación en México es el Maíz, luego entonces los mexicanos tenemos una razón para estar en riesgo de perder nuestra soberanía nacional.
Dejar que las empresas inicien cultivos transgénicos de Maíz en México, implica que los laboratorios patenten sus investigaciones. Las patentes son propiedad de sus descubridores, por lo tanto, si dependemos de Maíz transgénico, hay que pagar un costo extra a las empresas dueñas de las patentes.
Dejar que avance esta crisis del Maíz y sobre todo sigamos en el esquema del subsidio, puede desatar un problema social sin precedentes desde las clases más bajas hasta las clases medias. Finalmente, mientras se produzcan los alimentos básicos y exista quien pueda pagarlos, algunos llevaran comida a sus mesas pero, sin dinero, o se cambian los hábitos de consumo o nos preparamos por una guerra civil.
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