La vida moderna, las obras de infraestructura, la comodidad de viajar, tener al alcance electrodomésticos y sobre todo el consumo de energéticos por la expansión demográfica en las ciudades, tienen altos costos ecológicos.
La contaminación y emisión de CO2 (Dióxido de carbono) al Ozono por el uso de combustibles fósiles ha alcanzado niveles muy altos pese a los tratados internacionales como el Protocolo de Kioto. Así mismo, a pesar de las constantes reuniones internacionales para frenar el deterioro ambiental y revertir daños a los ecosistemas, aún los logros parecen estar muy lejos. La reunión más citada es aquella Cumbre de Río de 1992, del cual se produjo un documento denominado Agenda 21 que tiene la intensión de ejecutar planes globales y locales para el cuidado del medio ambiente.
10 años más tarde, en la cumbre de Johanesburgo (Sudáfrica) los resultados eran claros, no había avance en la materia. Con esto se demuestra que las condiciones actuales, es decir, el ritmo acelerado de la modernidad disfrazada de tecnología, infraestructura carretera, portuaria, etc., son mucho más importantes que cuidar nuestro planeta.
La modernidad tiene sus costos ecológicos, el más claro ejemplo es el agua. Apenas en 2006 México fue sede el Foro Mundial del Agua y nadie dimensionó su importancia, en ella se habló de la privatización de las reservas a grandes trasnacionales como Coca Cola, se habló también de habló de la contaminación de los mantos acuíferos por los pesticidas y agroquímicos y el gran riesgo a la salud, sobre todo de aquellos que no pueden acceder a los medicamentos, por cierto, producidos por los mismos farmacéuticos que producen agroquímicos.
Por otro lado, la población mundial crece y se concentra mayormente en las ciudades, se sustituyen campos productivos por ciudades industriales y fraccionamientos. Según una revista importante, en 2006 el 55% de la población mundial se concentró en las ciudades y esto quiere decir que la presión sobre la naturaleza aumenta día a día.
La modernidad no tiene límites económicos, pues, el recurso financiero es ejercido de manera arbitraria, el único límite que pueden tener es, el límite ecológico. Habrá que ver hasta cuando el hombre, seguirá adjudicando a poderes sobrenaturales, los desastres naturales, cambios climatológicos, escases de agua y falta de servicios básicos a las comunidades marginadas.
Lo cierto es que la naturaleza ha mandado mensajes de los límites que tiene sobre los planes económicos y, de eso ya tiene más de 40 años. Hasta la próxima, se reciben comentarios y recomendaciones para ampliar el conocimiento del tema.
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