Nuestro país es considerado por la diversidad de especies de flora y fauna que alberga, como una de las naciones más biodiversas del mundo. Se ubica en el cuarto o quinto lugar de entre los 17 países con mayor biodiversidad. A penas el 2 de Febrero de 2009, en el Día Mundial de los Humedales, el gobierno mexicano anunció haber ocupado el segundo lugar mundial al incorporar más humedales a la lista de éstos ecosistemas protegidos internacionalmente, o sea sitios Ramsar.
Por otro lado, las manifestaciones culturales aún en resistencia por desaparecer como la lengua, las fiestas, las costumbres, el vestuario, las danzas, etc., constituyen un valor agregado a la exuberante naturaleza. Aunque hoy se notan los esfuerzos y se anuncian acciones para conservar tanto la naturaleza como la cultura, con anterioridad ambas fueron objeto de aprovechamiento irracional. Por un lado, los grupos étnicos del país y todo su legado fueron un obstáculo para la modernización, según porque proyectaba a la nación como un país atrasado y por tanto estuvieron a punto de desaparecer a través de políticas públicas. Los ecosistemas nativos también fueron devastados para fomentar la industria y actividades de monocultivo intensivo, se talaron bosques y selvas para sustituirla por pastizales para la ganadería, etc.
Desde mediados de 70´s y principios de los 80´s, nuestro país entró en una profunda crisis a causa de fallas en su modelo económico, esto obligó al país reestructurar su economía. El turismo se convirtió en un sector prometedor por su ventaja adjudicada al binomio naturaleza y cultura. Así, el gobierno mexicano planteo la creación de varios Centros Integralmente Planeados (CIP) a cargo del Fideicomiso Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR). En un principio fueron 5; Cancún, Los Cabos, Loreto, Ixtapa y Huatulco. Aunque algunos si funcionaron como centros turísticos y otros no tanto, lo cierto es que el impacto ambiental causado por la actividad es cuantioso. En Cancún podemos observar la erosión de las playas, contaminación de los mantos acuíferos (hay que recordar además que esa zona es plana y los ríos son subterráneos), en Los Cabos la generación de residuos sólidos, la demanda de agua es elevada (hay que tener presente que la zona es mayormente árida y no hay mucha agua), etc.
La dotación de infraestructura como los muelles turísticos también han generado impactos a la vida marina, en Cancún, Cozumel y Huatulco está más que documentado el deterioro de arrecifes de coral, sin embargo, la aplicación de la ley ambiental es tardía. No obstante, recientemente el corredor turístico denominado Escalera Náutica que incluye la instalación de varias marinas para recibir embarcaciones americanas, desde Baja California Norte hasta Nayarit, sigue siendo objeto de críticas, no solo por la ambiental, sino, por el despojo de tierras a los pobladores. Por si esto no fuera necesario para aprender la lección, el 18 de febrero de 2009, el gobierno mexicano anunció el CIP-Teacapan en la zona costera de Sinaloa (municipio de Escuinapa), el cual incluye 40,000 habitaciones, marinas y campos de golf. Pese a que el modelo de los CIP no ha podido despegar a Loreto y Huatulco, se siguen fomentando bajo escasos controles ambientales. El caso más cercano es Huatulco, aún no se instalan los campos de Golf en Cacaluta, tampoco se cuentan con 40, OOO cuartos de hotel ni la población que habita es la que se había proyectada, sin embargo se prevé que con la población actual el abasto de agua será un problema a 10 años.
Al parecer queda claro que no importa proteger lo que tenemos, tampoco es importante cuantos sitios incorporamos a la lista Ramsar. Lo que realmente importa es generar empleos a costo de lo que sea, empleos mal pagados y proyectos turísticos que acrecientan los cinturones de pobreza. Es visible pues que a México, a través de su gobierno le cuesta proteger y generar proyectos sustentables, a bajos costos ecológicos y potenciando la economía local.
Por otro lado, las manifestaciones culturales aún en resistencia por desaparecer como la lengua, las fiestas, las costumbres, el vestuario, las danzas, etc., constituyen un valor agregado a la exuberante naturaleza. Aunque hoy se notan los esfuerzos y se anuncian acciones para conservar tanto la naturaleza como la cultura, con anterioridad ambas fueron objeto de aprovechamiento irracional. Por un lado, los grupos étnicos del país y todo su legado fueron un obstáculo para la modernización, según porque proyectaba a la nación como un país atrasado y por tanto estuvieron a punto de desaparecer a través de políticas públicas. Los ecosistemas nativos también fueron devastados para fomentar la industria y actividades de monocultivo intensivo, se talaron bosques y selvas para sustituirla por pastizales para la ganadería, etc.
Desde mediados de 70´s y principios de los 80´s, nuestro país entró en una profunda crisis a causa de fallas en su modelo económico, esto obligó al país reestructurar su economía. El turismo se convirtió en un sector prometedor por su ventaja adjudicada al binomio naturaleza y cultura. Así, el gobierno mexicano planteo la creación de varios Centros Integralmente Planeados (CIP) a cargo del Fideicomiso Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR). En un principio fueron 5; Cancún, Los Cabos, Loreto, Ixtapa y Huatulco. Aunque algunos si funcionaron como centros turísticos y otros no tanto, lo cierto es que el impacto ambiental causado por la actividad es cuantioso. En Cancún podemos observar la erosión de las playas, contaminación de los mantos acuíferos (hay que recordar además que esa zona es plana y los ríos son subterráneos), en Los Cabos la generación de residuos sólidos, la demanda de agua es elevada (hay que tener presente que la zona es mayormente árida y no hay mucha agua), etc.
La dotación de infraestructura como los muelles turísticos también han generado impactos a la vida marina, en Cancún, Cozumel y Huatulco está más que documentado el deterioro de arrecifes de coral, sin embargo, la aplicación de la ley ambiental es tardía. No obstante, recientemente el corredor turístico denominado Escalera Náutica que incluye la instalación de varias marinas para recibir embarcaciones americanas, desde Baja California Norte hasta Nayarit, sigue siendo objeto de críticas, no solo por la ambiental, sino, por el despojo de tierras a los pobladores. Por si esto no fuera necesario para aprender la lección, el 18 de febrero de 2009, el gobierno mexicano anunció el CIP-Teacapan en la zona costera de Sinaloa (municipio de Escuinapa), el cual incluye 40,000 habitaciones, marinas y campos de golf. Pese a que el modelo de los CIP no ha podido despegar a Loreto y Huatulco, se siguen fomentando bajo escasos controles ambientales. El caso más cercano es Huatulco, aún no se instalan los campos de Golf en Cacaluta, tampoco se cuentan con 40, OOO cuartos de hotel ni la población que habita es la que se había proyectada, sin embargo se prevé que con la población actual el abasto de agua será un problema a 10 años.
Al parecer queda claro que no importa proteger lo que tenemos, tampoco es importante cuantos sitios incorporamos a la lista Ramsar. Lo que realmente importa es generar empleos a costo de lo que sea, empleos mal pagados y proyectos turísticos que acrecientan los cinturones de pobreza. Es visible pues que a México, a través de su gobierno le cuesta proteger y generar proyectos sustentables, a bajos costos ecológicos y potenciando la economía local.
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