En la primera parte empeñé mi palabra hacia un segundo de ésta serie de textos que he denominado hacia la sustentabilidad. Estoy casi seguro que, al hablar de opciones que nos ayuden a poner en marcha una ruta hacia lo sustentable o sostenible, muchos evocan uno más de esos textos que describen un listado de consejos para mejorar la vida cotidiana.
No desacredito nada de eso, pero no sucede lo mismo cuando debemos retomar un tema tan importante como el futuro de la humanidad. No puedo, mucho menos, listar consejos sin justificación aparente. Más, sin embargo, asumo que éste texto debe ser primero un llamado a las conciencias y en consecuencia generar desde lo más profundo de nuestra práctica cotidiana, un aliciente para reflexionar.
Sin un proceso de reflexión, es casi imposible poner en práctica nada. Hay una frase que dice “nadie puede cuidar lo que no conoce”, por ello, considero también que nadie puede cumplir un listado de consejos si no conoce y no reflexiona las razones que le dan origen. La tesis de reflexión-acción no es nada nuevo, pero si diferente, es decir, no es convencional, no es común hablar de ello.
Reflexionar implica tener elementos para analizarlos y confrontarlos dialécticamente hasta obtener una conclusión y, con ello, volver a la praxis con una nueva actitud. Lo que muchos llaman la vuelta a la práctica.
A manera de diálogo, hasta aquí he tratado de plantear que necesitamos partir de una reflexión, espero que haya quedado claro y vamos a relacionarlo con la sustentabilidad.
Quiero remitirme a una frase de Kenneth Boulding quien una vez dijo que “el que piense que el crecimiento puede continuar ilimitadamente en un mundo finito o está loco o es economista”. Esto debe asumirse como la respuesta a aquel juicio de valor que mencioné en el texto anterior, en relación a que nos hemos equivocado al justificar con los impactos económicos, toda una serie de desastres en nuestro entorno.
Nadie en sus cinco sentidos, puede pensar en la productividad económica sin límites en un mundo que sí lo tiene. Y, es que precisamente se hace caso omiso a los efectos del cambio climático por dirigir la atención de la sociedad en temas irrelevantes; fut bol, telenovelas, reality shows, difusión de enfermedades que generan pánico, entre otros.
En cambio, estamos a la mitad de la época de estiaje y ya se ha provocado la pérdida de cosechas que ponen en grave riesgo el abasto de granos básicos como maíz, chile y frijol para los meses venideros. Mientras esto ocurre, el huracán Jimena amenaza con tocar tierra en Baja California y seguramente con daños cuantiosos si eso sucede.
El grave problema del agua en el Distrito Federal previsto con antelación, es otro de los ejemplos claros sobre la indiscriminada irracionalidad en que vivimos. Una ciudad que no regulariza sus asentamientos humanos y con ello, dificulta la dotación de servicios básicos. Sin una planificación, es imposible transitar hacia lo sustentable. En los casos extremos como las ciudades, se debe recurrir en la prohibición, por ejemplo; edificación en zonas de alto riesgo, talar los pocos árboles, desperdiciar el agua (considerando que el 30% se pierde además por el mal estado de la red de distribución).
Sobre todo en lo sustentable, se deben evitar los gases que provocan el efecto invernadero producto de combustibles fósiles, sin ello, será difícil entablar una relación de armonía entre el desarrollo tecnológico y la humanidad.
Dijo un especialista, no son los coches ni la electricidad, tampoco los aviones o la tecnología lo que nos mata, es el uso de los recursos. En este sentido, existen múltiples propuestas de fabricación de coches eléctricos y solares, generadores de energía solar y eólica y otros. Lo que nos mata es la manipulación de la producción del petróleo, entorno el cual giran todos nuestros quehaceres.
Casi nadie sabe todo lo que se contamina en la extracción del petróleo. En cambio, todos recienten los efectos. Por tanto, si se quiere transitar hacia lo sustentable, deberá ser prioritario sustituir al petróleo.
Además, como en la ley, el deber ser debe ser, ya no más puede ser. Deben ser temas importantes el saneamiento y restauración de ecosistemas. Evitar los megaproyectos que degraden los recursos bióticos, evitar el consumismo para frenar la producción, se deben promover proyectos para aprovechamiento sustentable de los recursos, pero sobre todo, se deberá garantizar la soberanía alimentaria y se deberá evitar la especulación de los precios en el mercado de los granos básicos como maíz y frijol.
En tanto, no se reflexione sobre los impactos ambientales que generamos a diario, será imposible vislumbrar las posibles salidas. Ya no es posible sostener una producción infinita del petróleo, en un mundo que ya llegó a sus límites desde hace ya mucho. Trágico pero así estamos.
No desacredito nada de eso, pero no sucede lo mismo cuando debemos retomar un tema tan importante como el futuro de la humanidad. No puedo, mucho menos, listar consejos sin justificación aparente. Más, sin embargo, asumo que éste texto debe ser primero un llamado a las conciencias y en consecuencia generar desde lo más profundo de nuestra práctica cotidiana, un aliciente para reflexionar.
Sin un proceso de reflexión, es casi imposible poner en práctica nada. Hay una frase que dice “nadie puede cuidar lo que no conoce”, por ello, considero también que nadie puede cumplir un listado de consejos si no conoce y no reflexiona las razones que le dan origen. La tesis de reflexión-acción no es nada nuevo, pero si diferente, es decir, no es convencional, no es común hablar de ello.
Reflexionar implica tener elementos para analizarlos y confrontarlos dialécticamente hasta obtener una conclusión y, con ello, volver a la praxis con una nueva actitud. Lo que muchos llaman la vuelta a la práctica.
A manera de diálogo, hasta aquí he tratado de plantear que necesitamos partir de una reflexión, espero que haya quedado claro y vamos a relacionarlo con la sustentabilidad.
Quiero remitirme a una frase de Kenneth Boulding quien una vez dijo que “el que piense que el crecimiento puede continuar ilimitadamente en un mundo finito o está loco o es economista”. Esto debe asumirse como la respuesta a aquel juicio de valor que mencioné en el texto anterior, en relación a que nos hemos equivocado al justificar con los impactos económicos, toda una serie de desastres en nuestro entorno.
Nadie en sus cinco sentidos, puede pensar en la productividad económica sin límites en un mundo que sí lo tiene. Y, es que precisamente se hace caso omiso a los efectos del cambio climático por dirigir la atención de la sociedad en temas irrelevantes; fut bol, telenovelas, reality shows, difusión de enfermedades que generan pánico, entre otros.
En cambio, estamos a la mitad de la época de estiaje y ya se ha provocado la pérdida de cosechas que ponen en grave riesgo el abasto de granos básicos como maíz, chile y frijol para los meses venideros. Mientras esto ocurre, el huracán Jimena amenaza con tocar tierra en Baja California y seguramente con daños cuantiosos si eso sucede.
El grave problema del agua en el Distrito Federal previsto con antelación, es otro de los ejemplos claros sobre la indiscriminada irracionalidad en que vivimos. Una ciudad que no regulariza sus asentamientos humanos y con ello, dificulta la dotación de servicios básicos. Sin una planificación, es imposible transitar hacia lo sustentable. En los casos extremos como las ciudades, se debe recurrir en la prohibición, por ejemplo; edificación en zonas de alto riesgo, talar los pocos árboles, desperdiciar el agua (considerando que el 30% se pierde además por el mal estado de la red de distribución).
Sobre todo en lo sustentable, se deben evitar los gases que provocan el efecto invernadero producto de combustibles fósiles, sin ello, será difícil entablar una relación de armonía entre el desarrollo tecnológico y la humanidad.
Dijo un especialista, no son los coches ni la electricidad, tampoco los aviones o la tecnología lo que nos mata, es el uso de los recursos. En este sentido, existen múltiples propuestas de fabricación de coches eléctricos y solares, generadores de energía solar y eólica y otros. Lo que nos mata es la manipulación de la producción del petróleo, entorno el cual giran todos nuestros quehaceres.
Casi nadie sabe todo lo que se contamina en la extracción del petróleo. En cambio, todos recienten los efectos. Por tanto, si se quiere transitar hacia lo sustentable, deberá ser prioritario sustituir al petróleo.
Además, como en la ley, el deber ser debe ser, ya no más puede ser. Deben ser temas importantes el saneamiento y restauración de ecosistemas. Evitar los megaproyectos que degraden los recursos bióticos, evitar el consumismo para frenar la producción, se deben promover proyectos para aprovechamiento sustentable de los recursos, pero sobre todo, se deberá garantizar la soberanía alimentaria y se deberá evitar la especulación de los precios en el mercado de los granos básicos como maíz y frijol.
En tanto, no se reflexione sobre los impactos ambientales que generamos a diario, será imposible vislumbrar las posibles salidas. Ya no es posible sostener una producción infinita del petróleo, en un mundo que ya llegó a sus límites desde hace ya mucho. Trágico pero así estamos.
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