En economía, se dice que existe un nicho cuando nos referimos a un segmento del mercado con cierto perfil en la que las personas de éste poseen y comparten características y necesidades que no están cubiertas por la oferta existente, a partir de ello, los oferentes aprovechan la oportunidad para adecuar un producto y/o servicio. Un ejemplo claro es el mercado de los alimentos, en donde un nicho de mercado creciente es el nicho de los productos orgánicos.
Siendo lo anterior, la dinámica en que se contextualiza el nicho mercado, en materia electoral podemos referirnos a un nicho en la que los electores, al igual que en economía, comparten necesidades homogéneas. En este sentido, existe un gran nicho electoral en los quince estados donde este año se desarrollaran elecciones, entre ellos Oaxaca.
El perfil de esos electores puede describirse de la siguiente manera; jóvenes que se encuentran en la búsqueda del cambio, de la alternancia y de la “transformación de Oaxaca”, líderes sociales, indígenas, obreros desprotegidos, etcétera. En el mercado electoral, ese nicho la podemos denominar el “nicho de la esperanza”.
Éste nicho, desde siempre ha sido atractivo, tan es así que en cada jornada electoral se la han adjudicado partidos políticos de oposición. Para el presente año, la coalición opositora en Oaxaca pretende atender el nicho de la esperanza. Él mismo que le fue concedido a Fox en el año 2000 al frente del PAN, así mismo que capitalizaron Gabino Cué en 2004, Flavio Sosa, Enrique Rueda Pacheco y otros más con la misma historia en 2006.
Hoy en 2010, la coalición –sin candidato definido- recurre al mercado de la esperanza en busca del nicho vigente, a diferencia de 2004 y 2006, el candidato naufraga en el mar de condicionantes de uno y otro partido que integra la coalición, por cierto, todos mutuamente excluyentes.
De concretarse la coalición, no hay que esperar nada nuevo de ellos. El tiempo ha demostrado que los resultados no han sido favorables en Oaxaca, un ejemplo claro es la legislatura federal pasada donde la mayoría de los diputados por Oaxaca fueron de oposición. Precisamente en esa legislatura, los recursos para Oaxaca no fueron suficientes, no hubo proyectos detonadores en las regiones marginadas, ni gestión social de los “líderes sociales” de oposición en la cámara baja.
Con tiempo mismo se ha demostrado la falta de experiencia de la oposición, la falta de ética entre sus líderes y la escasa visión social del desarrollo cuando han tenido el gobierno en sus manos. Así mismo, han demostrado que el “nicho de la esperanza” en primera y en última instancia sólo representa un mecanismo para seguir capitalizando sus privilegios, privando a la ciudadanía una verdadera participación plena. De no ser lo anterior su fin, ¿estaría dispuesto ir la derecha conservadora junto con la “izquierda radical” en una coalición?
Siendo lo anterior, la dinámica en que se contextualiza el nicho mercado, en materia electoral podemos referirnos a un nicho en la que los electores, al igual que en economía, comparten necesidades homogéneas. En este sentido, existe un gran nicho electoral en los quince estados donde este año se desarrollaran elecciones, entre ellos Oaxaca.
El perfil de esos electores puede describirse de la siguiente manera; jóvenes que se encuentran en la búsqueda del cambio, de la alternancia y de la “transformación de Oaxaca”, líderes sociales, indígenas, obreros desprotegidos, etcétera. En el mercado electoral, ese nicho la podemos denominar el “nicho de la esperanza”.
Éste nicho, desde siempre ha sido atractivo, tan es así que en cada jornada electoral se la han adjudicado partidos políticos de oposición. Para el presente año, la coalición opositora en Oaxaca pretende atender el nicho de la esperanza. Él mismo que le fue concedido a Fox en el año 2000 al frente del PAN, así mismo que capitalizaron Gabino Cué en 2004, Flavio Sosa, Enrique Rueda Pacheco y otros más con la misma historia en 2006.
Hoy en 2010, la coalición –sin candidato definido- recurre al mercado de la esperanza en busca del nicho vigente, a diferencia de 2004 y 2006, el candidato naufraga en el mar de condicionantes de uno y otro partido que integra la coalición, por cierto, todos mutuamente excluyentes.
De concretarse la coalición, no hay que esperar nada nuevo de ellos. El tiempo ha demostrado que los resultados no han sido favorables en Oaxaca, un ejemplo claro es la legislatura federal pasada donde la mayoría de los diputados por Oaxaca fueron de oposición. Precisamente en esa legislatura, los recursos para Oaxaca no fueron suficientes, no hubo proyectos detonadores en las regiones marginadas, ni gestión social de los “líderes sociales” de oposición en la cámara baja.
Con tiempo mismo se ha demostrado la falta de experiencia de la oposición, la falta de ética entre sus líderes y la escasa visión social del desarrollo cuando han tenido el gobierno en sus manos. Así mismo, han demostrado que el “nicho de la esperanza” en primera y en última instancia sólo representa un mecanismo para seguir capitalizando sus privilegios, privando a la ciudadanía una verdadera participación plena. De no ser lo anterior su fin, ¿estaría dispuesto ir la derecha conservadora junto con la “izquierda radical” en una coalición?
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