¿PARA QUÉ SIRVE LA UTOPÍA?…Yo también me lo pregunto siempre. Porque ella está en el horizonte. Y si yo camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Y si yo me acerco diez pasos, ella se coloca diez pasos más allá. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar.
Eduardo Galeano
Todo cuanto el hombre tenga como aspiración, generalmente se concibe previamente como una idea en el horizonte. Pocas veces en la vida la casualidad se presenta como el medio a través del cual se logran las cosas, menos en política y en los negocios.
Las aspiraciones en concreto son metas que en general se construyen a través de pequeños logros a corto y largo plazo. Un deseo o anhelo concebido es un punto a distancia al cual se pretende llegar, para ello, nuestro punto de partida es la realidad, es decir se edifica a partir de tres condiciones; la realidad pensante, actuante y el contexto. Nada positivo puede lograrse con mentalidad negativa, o en su caso es difícil tener logros objetivos si en la comunidad o el contexto no es propicio.
Construir los escenarios futuros como lo deseable implica incidir en la realidad y en muchas ocasiones, sólo se obtiene lo suficiente. Sin embargo, la ausencia de un concepto de lo que se desea, hace cometer errores tanto como permanecer en un estado de estupidez perpetua al destinar a la suerte los resultados. Por ello, es importante tener en lo más mínimo la proyección de un ideal para tratar de llegar a él.
La concepción de lo ideal tiene su referente y se remonta a la obra de Tomas Moro, la utopía. El término según Moro, hace alusión a sociedades perfectas desde lo económico, cultural y político, en las que la relación de justicia, de solidaridad y paz social se expresan fielmente como los protagonistas de una historia.
Utopía no es entonces lo que debemos imperativamente ser como sociedad, tampoco es lo que tenemos que ser como seres humanos, sino, lo que quisiéramos ser. Utopía es sólo la meta gigantesca que se construye con pequeñas acciones y que sin duda, al caminar irá transformándose en ideas más grandes que complican llegar a él. No obstante, sin ellas es imposible caminar como dice Galeano.
De la utopía, debe lograrse una aproximación. La aproximación es lo relativo de lo concreto que se quiere, es decir del estado perfecto. Por ello, todo cuanto se realice esta encaminado, sólo a acercarse a nuestros sueños.
A cerca del anhelo de construir una sociedad distinta, en el que la participación de los jóvenes sea más constante no ante los problemas actuales, si no, ante las consecuencias que nos han alcanzado como la desigualdad social, económica y el cambio climático, entre otros, es que desde hace algunos meses inicié un espacio bajo la insignia de LÁPIZ VERDE. En él, se han plasmado ideas y puntos de vista en relación a esas consecuencias que he mencionado.
Desde este espacio, he aprovechado para invitar intencionadamente al lector del mismo, hacia un debate serio, respetuoso y responsable, principalmente de entre los jóvenes quienes no somos la generación del futuro, sino, del presente. Sin embargo, desde la realidad pensante, actuante y el contexto regional de nuestro estado, es imposible lograrse, por lo que conseguir una cultura del debate tolerante hacia las ideas de terceros es aún una utopía.
Aún ante las muestras de intolerancia de lo que quisiéramos muchos que fuera un debate ideal, la idea sigue vigente y trataremos siempre de aproximarnos, de caminar hacia ello aunque jamás lo logremos. Sea este espacio la muestra de que no desistiremos, seguiremos escribiendo, pero sobre todo, seguiremos proponiendo y mostrando pequeños logros.
Finalmente, sólo se plasman puntos de vistas en las que se puede coincidir o no, pero que desde luego merecen respeto. Porque para eso sirven las utopías, para caminar y quienes traten de hacer retroceder, es porque no están dispuestos a empujar sus propias ideas. Y si de tolerancia se trata, respetaré las maneras en que los demás hacen valer su derecho a la crítica, mientras tanto, seguiré en este espacio haciendo uso de mío, hacia mi propia utopía.
Eduardo Galeano
Todo cuanto el hombre tenga como aspiración, generalmente se concibe previamente como una idea en el horizonte. Pocas veces en la vida la casualidad se presenta como el medio a través del cual se logran las cosas, menos en política y en los negocios.
Las aspiraciones en concreto son metas que en general se construyen a través de pequeños logros a corto y largo plazo. Un deseo o anhelo concebido es un punto a distancia al cual se pretende llegar, para ello, nuestro punto de partida es la realidad, es decir se edifica a partir de tres condiciones; la realidad pensante, actuante y el contexto. Nada positivo puede lograrse con mentalidad negativa, o en su caso es difícil tener logros objetivos si en la comunidad o el contexto no es propicio.
Construir los escenarios futuros como lo deseable implica incidir en la realidad y en muchas ocasiones, sólo se obtiene lo suficiente. Sin embargo, la ausencia de un concepto de lo que se desea, hace cometer errores tanto como permanecer en un estado de estupidez perpetua al destinar a la suerte los resultados. Por ello, es importante tener en lo más mínimo la proyección de un ideal para tratar de llegar a él.
La concepción de lo ideal tiene su referente y se remonta a la obra de Tomas Moro, la utopía. El término según Moro, hace alusión a sociedades perfectas desde lo económico, cultural y político, en las que la relación de justicia, de solidaridad y paz social se expresan fielmente como los protagonistas de una historia.
Utopía no es entonces lo que debemos imperativamente ser como sociedad, tampoco es lo que tenemos que ser como seres humanos, sino, lo que quisiéramos ser. Utopía es sólo la meta gigantesca que se construye con pequeñas acciones y que sin duda, al caminar irá transformándose en ideas más grandes que complican llegar a él. No obstante, sin ellas es imposible caminar como dice Galeano.
De la utopía, debe lograrse una aproximación. La aproximación es lo relativo de lo concreto que se quiere, es decir del estado perfecto. Por ello, todo cuanto se realice esta encaminado, sólo a acercarse a nuestros sueños.
A cerca del anhelo de construir una sociedad distinta, en el que la participación de los jóvenes sea más constante no ante los problemas actuales, si no, ante las consecuencias que nos han alcanzado como la desigualdad social, económica y el cambio climático, entre otros, es que desde hace algunos meses inicié un espacio bajo la insignia de LÁPIZ VERDE. En él, se han plasmado ideas y puntos de vista en relación a esas consecuencias que he mencionado.
Desde este espacio, he aprovechado para invitar intencionadamente al lector del mismo, hacia un debate serio, respetuoso y responsable, principalmente de entre los jóvenes quienes no somos la generación del futuro, sino, del presente. Sin embargo, desde la realidad pensante, actuante y el contexto regional de nuestro estado, es imposible lograrse, por lo que conseguir una cultura del debate tolerante hacia las ideas de terceros es aún una utopía.
Aún ante las muestras de intolerancia de lo que quisiéramos muchos que fuera un debate ideal, la idea sigue vigente y trataremos siempre de aproximarnos, de caminar hacia ello aunque jamás lo logremos. Sea este espacio la muestra de que no desistiremos, seguiremos escribiendo, pero sobre todo, seguiremos proponiendo y mostrando pequeños logros.
Finalmente, sólo se plasman puntos de vistas en las que se puede coincidir o no, pero que desde luego merecen respeto. Porque para eso sirven las utopías, para caminar y quienes traten de hacer retroceder, es porque no están dispuestos a empujar sus propias ideas. Y si de tolerancia se trata, respetaré las maneras en que los demás hacen valer su derecho a la crítica, mientras tanto, seguiré en este espacio haciendo uso de mío, hacia mi propia utopía.
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