La carrera electoral genera encuentros y desencuentros, es la naturaleza de los procesos en los que se miden fuerzas, grupos y sobre todo, sólo hay un ganador. A propósito del proceso electoral en varios Estados, entre ellos Oaxaca, se ha formado un vacío a partir de la designación de algunos candidatos, principalmente al cargo de presidentes municipales.
El “vacío”, denominado así por la falta de gobernabilidad, legalidad, congruencia de algunos institutos políticos al designar a sus candidatos –según los inconformes- ha generado descontentos y ha orillado a manifestaciones en contra de lo que han llamado “imposiciones”.
Las acciones de inconformes hacia más de uno de los llamados “impuestos”, ha dejado entrever la falta de oficio político de algunos grupos y sus representantes, es decir, aspirantes excluidos. Lo anterior, toda vez que para eso existen las negociaciones, los compromisos, los pactos, etc., ejemplos hay muchos y no encuentro razón para nombrarlos, menos en el PRI.
Las negociaciones y todo lo anterior, son mecanismos no estipulados, son reglas no escritas pero, representan instancias que se agotan y que por folklor en la política mexicana, se han respetado.
El descontento es normal, pues a decir por ejemplo de Eduardo Galeno, habría que preguntarse si es justa la justicia. En el lenguaje de las leyes, un juicio tiene un veredicto y quizás no estemos de acuerdo pero, al fin, es una decisión. Por ello, tenemos que aceptar si queremos ser objetivos, que los procesos nunca son justos, pues naturalmente no pueden haber más de un ganador, aunque sí acuerdos.
En medio de las manifestaciones y la falta de oficio político, lo que no es normal es el alboroto, menos en los partidos políticos acostumbrados a esa praxis. Quién se acuerda de algún partido político que haya elegido democráticamente a un candidato, que alguien me diga. Nos guste o no, en la mayoría de los casos, la elección de un representante es producto de acuerdos, de estrategias, así es la política. Y nos guste o no, eso es una imposición, que por costumbre en México se han respetado al final de cuentas. De lo contrario, para eso están las leyes.
Sin embargo, con el proceso electoral que se vive en Oaxaca, más de un aspirante de los diferentes partidos políticos han olvidado esa práctica y ahora se manifiestan a favor de encuestas a las bases y otras prácticas ridículas, bajo la excusa de que los tiempos han cambiado y la elección debe ser más democrática. Muchos de ellos, olvidan que en algún momento fueron impuestos, que fueron beneficiados por grupos de poder.
No obstante, otros más, han amenazado con castigar a los “impuestos” con el voto a favor de otros candidatos, en el mejor de los casos, otros han optado por contender por otras siglas.
Lástima por aquellos que se dicen promover formas diferentes de hacer política, han caído en los mismo. Las decisiones verticales, parece indicar que es cultural entre los mexicanos. Todo indica pues, que de nada sirve tener la elección de poder decidir libremente si entre las opciones, todo es lo mismo.
El “vacío”, denominado así por la falta de gobernabilidad, legalidad, congruencia de algunos institutos políticos al designar a sus candidatos –según los inconformes- ha generado descontentos y ha orillado a manifestaciones en contra de lo que han llamado “imposiciones”.
Las acciones de inconformes hacia más de uno de los llamados “impuestos”, ha dejado entrever la falta de oficio político de algunos grupos y sus representantes, es decir, aspirantes excluidos. Lo anterior, toda vez que para eso existen las negociaciones, los compromisos, los pactos, etc., ejemplos hay muchos y no encuentro razón para nombrarlos, menos en el PRI.
Las negociaciones y todo lo anterior, son mecanismos no estipulados, son reglas no escritas pero, representan instancias que se agotan y que por folklor en la política mexicana, se han respetado.
El descontento es normal, pues a decir por ejemplo de Eduardo Galeno, habría que preguntarse si es justa la justicia. En el lenguaje de las leyes, un juicio tiene un veredicto y quizás no estemos de acuerdo pero, al fin, es una decisión. Por ello, tenemos que aceptar si queremos ser objetivos, que los procesos nunca son justos, pues naturalmente no pueden haber más de un ganador, aunque sí acuerdos.
En medio de las manifestaciones y la falta de oficio político, lo que no es normal es el alboroto, menos en los partidos políticos acostumbrados a esa praxis. Quién se acuerda de algún partido político que haya elegido democráticamente a un candidato, que alguien me diga. Nos guste o no, en la mayoría de los casos, la elección de un representante es producto de acuerdos, de estrategias, así es la política. Y nos guste o no, eso es una imposición, que por costumbre en México se han respetado al final de cuentas. De lo contrario, para eso están las leyes.
Sin embargo, con el proceso electoral que se vive en Oaxaca, más de un aspirante de los diferentes partidos políticos han olvidado esa práctica y ahora se manifiestan a favor de encuestas a las bases y otras prácticas ridículas, bajo la excusa de que los tiempos han cambiado y la elección debe ser más democrática. Muchos de ellos, olvidan que en algún momento fueron impuestos, que fueron beneficiados por grupos de poder.
No obstante, otros más, han amenazado con castigar a los “impuestos” con el voto a favor de otros candidatos, en el mejor de los casos, otros han optado por contender por otras siglas.
Lástima por aquellos que se dicen promover formas diferentes de hacer política, han caído en los mismo. Las decisiones verticales, parece indicar que es cultural entre los mexicanos. Todo indica pues, que de nada sirve tener la elección de poder decidir libremente si entre las opciones, todo es lo mismo.
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