El tema de juventud ha ocupado tradicionalmente un lugar secundario en la agenda pública. No obstante, la responsabilidad que recae en las nuevas generaciones para conducir los destinos de las generaciones futuras, ha dado al tema de las y los jóvenes un crecimiento mayúsculo en últimas fechas.
Un claro ejemplo de lo anterior es la reinvención en este 2010 como el Año Internacional de la Juventud. Y es que después de veinticinco años de una primera declaración de la ONU como el año de los jóvenes en 1985, la organización mundial hace nuevamente el llamado y lanza la consigna de promover el desarrollo con atención especial en éste sector.
Al declarar éste año como el año de los jóvenes, el secretario general de la ONU subrayó que es urgente ayudar a los jóvenes menos afortunados sobre todo en países en vías de desarrollo, lo cual incluye a nuestro país.
Lo anterior no tendría sentido puesto que aún en la agenda pública los jóvenes no hemos encontrado la manera de insertarnos en el modelo de país. Sin embargo, México éste año es sede de la Conferencia Mundial de la Juventud y seguramente expondrá al mundo los avances que existan a la fecha.
Si hacemos una revisión, los jóvenes representan el 18 por ciento de la población mundial y un 87 por ciento de ellos vive en países en desarrollo, lo cual hace referencia al sector más afectado por fenómenos mundiales como la crisis económica y todo lo que por añadidura conlleva; desempleo, reducción de servicios de salud, escasos servicios de educación y ausencia de oportunidades de desarrollo.
Por ello, el llamado de la ONU se enfocará en tres objetivos globales: aumento del compromiso y de la inversión destinados a los jóvenes; fomento de la participación y asociaciones de jóvenes e impulso del entendimiento intercultural entre jóvenes. Para cumplir lo anterior, México sólo cuenta con un Programa Nacional de la Juventud y algunos programas del gobierno federal.
Cuánto podrá nuestro país demostrar en materia de juventud, cuando carecemos de una ley de juventud en forma. En el caso de Oaxaca, un representante estará en la conferencia mundial y seguramente encontrará reclamos e inquietudes compartidos y encontrados con sus colegas.
Esta legislatura oaxaqueña que se va, deja pendiente una propuesta de ley de juventud que ya tiene en manos y que sólo falto el aval de la Comisión para la Reforma del Estado, y es seguramente en la reforma del Estado no es importante el tema de los jóvenes.
En espera que la legislatura entrante de mayor peso al tema, ojalá y se deje ver a los jóvenes sólo como deportistas, alcohólicos, drogadictos, pandilleros, pues los programas que existen evidencian en la agenda pública a los jóvenes como objetos y no como sujetos.
Pretender que México y Oaxaca irán en un rumbo distinto con los jóvenes, sin el sustento legal es lanzarse a la aventura. Las y los jóvenes necesitamos espacios no sólo para la recreación, aprendizaje, rehabilitación, sino, espacios donde ejercer nuestras carreras y desarrollar nuestro talento, para ello se requiere crear esas garantías a través de una ley que obligue a los estados y sobre todo a los municipios como la base política administrativa del país, a trabajar con los jóvenes y ofrecer oportunidades reales de desarrollo.
Las y los jóvenes, merecemos esa oportunidad sobre todo porque se nos empieza a responsabilizar de las futuras generaciones, mientras no se nos de la autoridad, serán esfuerzos aislados. La razón es muy sencilla…el futuro nos alcanzó hace mucho y se ha convertido en nuestro presente común. Nadie más que los jóvenes somos los interesados en hacer realidad otro mundo, los que ya no son jóvenes, deben pensar en sus hijos y los hijos de sus hijos y el mundo que heredarán.
Un claro ejemplo de lo anterior es la reinvención en este 2010 como el Año Internacional de la Juventud. Y es que después de veinticinco años de una primera declaración de la ONU como el año de los jóvenes en 1985, la organización mundial hace nuevamente el llamado y lanza la consigna de promover el desarrollo con atención especial en éste sector.
Al declarar éste año como el año de los jóvenes, el secretario general de la ONU subrayó que es urgente ayudar a los jóvenes menos afortunados sobre todo en países en vías de desarrollo, lo cual incluye a nuestro país.
Lo anterior no tendría sentido puesto que aún en la agenda pública los jóvenes no hemos encontrado la manera de insertarnos en el modelo de país. Sin embargo, México éste año es sede de la Conferencia Mundial de la Juventud y seguramente expondrá al mundo los avances que existan a la fecha.
Si hacemos una revisión, los jóvenes representan el 18 por ciento de la población mundial y un 87 por ciento de ellos vive en países en desarrollo, lo cual hace referencia al sector más afectado por fenómenos mundiales como la crisis económica y todo lo que por añadidura conlleva; desempleo, reducción de servicios de salud, escasos servicios de educación y ausencia de oportunidades de desarrollo.
Por ello, el llamado de la ONU se enfocará en tres objetivos globales: aumento del compromiso y de la inversión destinados a los jóvenes; fomento de la participación y asociaciones de jóvenes e impulso del entendimiento intercultural entre jóvenes. Para cumplir lo anterior, México sólo cuenta con un Programa Nacional de la Juventud y algunos programas del gobierno federal.
Cuánto podrá nuestro país demostrar en materia de juventud, cuando carecemos de una ley de juventud en forma. En el caso de Oaxaca, un representante estará en la conferencia mundial y seguramente encontrará reclamos e inquietudes compartidos y encontrados con sus colegas.
Esta legislatura oaxaqueña que se va, deja pendiente una propuesta de ley de juventud que ya tiene en manos y que sólo falto el aval de la Comisión para la Reforma del Estado, y es seguramente en la reforma del Estado no es importante el tema de los jóvenes.
En espera que la legislatura entrante de mayor peso al tema, ojalá y se deje ver a los jóvenes sólo como deportistas, alcohólicos, drogadictos, pandilleros, pues los programas que existen evidencian en la agenda pública a los jóvenes como objetos y no como sujetos.
Pretender que México y Oaxaca irán en un rumbo distinto con los jóvenes, sin el sustento legal es lanzarse a la aventura. Las y los jóvenes necesitamos espacios no sólo para la recreación, aprendizaje, rehabilitación, sino, espacios donde ejercer nuestras carreras y desarrollar nuestro talento, para ello se requiere crear esas garantías a través de una ley que obligue a los estados y sobre todo a los municipios como la base política administrativa del país, a trabajar con los jóvenes y ofrecer oportunidades reales de desarrollo.
Las y los jóvenes, merecemos esa oportunidad sobre todo porque se nos empieza a responsabilizar de las futuras generaciones, mientras no se nos de la autoridad, serán esfuerzos aislados. La razón es muy sencilla…el futuro nos alcanzó hace mucho y se ha convertido en nuestro presente común. Nadie más que los jóvenes somos los interesados en hacer realidad otro mundo, los que ya no son jóvenes, deben pensar en sus hijos y los hijos de sus hijos y el mundo que heredarán.
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