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Es hora de cambiar

No había mejor título para nombrar un foro nacional de jóvenes convocado por la organización Alianza Joven por la Democracia Participativa AC., al cual tuve fortuna de asistir como ponente. La premisa general que hizo reunir a casi 2 mil jóvenes mexicanos es la idea de “si todos somos parte del problema, también todos somos parte de la solución”.
El foro tuvo 5 ejes de trabajo; a) globalización, b) ciudadanía vs corrupción, c) salud, d) violencia, discriminación y derechos humanos y, e) medio ambiente. Como preámbulo, sólo bastaron las palabras de Isabel Miranda de Wallace (Premio Nacional de Derechos Humanos 2010), a cerca de la degradación social y política a partir del acaparamiento de nuestro sistema por los partidos políticos y dijo “ya no es el tiempo de que nos partan los partidos políticos, es tiempo de partírnosla por México”. Otra voz le secundó al referirse a la envidia, la mala fe que hay entre nosotros los mexicanos y dijo “se puede ser un chingón, sin chingar a nadie”.
Y es que precisamente el foro tuvo como finalidad, romper con el viejo paradigma de la complejidad de los problemas, de los grandes que son y que las acciones personales en nada ayudan a mejorar las cosas. Así como de todo aquello que las viejas generaciones insisten en mantener vigente.
Después de 9 horas de exposiciones, diálogo y propuestas, se concluyó en que nada, el más mínimo problema se resolverá si no hay actitud propositiva, nada mejorará si hay más leyes mientras quienes se encargan de aplicarlas las violan. Frente a estos problemas, fueron varias las propuestas; desde lo personal (donde todo inicia), hasta lo estructural, social y político.
Sobre esta iniciativa de convocar, de hacer y rehacer este llamado a la sociedad mexicana de CAMBIAR, en últimas fechas se han sumado, intelectuales, ambientalistas, artistas y poetas. Basta citar el movimiento nacional que encabeza el escritor Javier Sicilia desde Morelos, así como, seguidores de Marisela Escobedo (Q.E.P.D.) desde Chihuahua.
Sobre los cambios sustanciales, en México habría que ubicar cronológicamente la alternancia política que vivió nuestro país en el año 2000, fecha en que finalmente se pudo desplazar al partido hegemónico (PRI). Sin que esto signifique el avance del PAN, lo realmente importante es que la idea del cambio lejos de desvanecerse ha quedado demostrada su vigencia.
En un país en que la cultura de los partidos políticos domina la mayor parte de la vida nacional, es fundamental citar varios hechos históricos de aliento al cambio; movimiento estudiantil de 1968, movimiento democrático nacional en 1988, levantamiento armado en 1994 (por demás significativo para los indígenas de este país) y, la alternancia del año 2000, entre otros hechos locales y regionales.
Pero ninguno de esos hechos como tal, puede decirse han cambiado las cosas en este país. Hoy en que al menos en el discurso hay una aceptación de nuestra realidad (problemas sociales, económicos y ambientales) y, en el mejor de los casos son objetos de inclusión en los programas públicos (aunque por obligación) como son; indígenas, personas en discapacidad, homosexuales, entre otros.
Hoy más que nunca, se requiere en este país menos programas institucionales y más espacios de concurrencia, de verdadera sinergia entre las instituciones. Ya no es posible ver en distintas direcciones a las dependencias como SAGARPA que aprueba la cría de ganado (contradictorio para la vocación de nuestro territorio y por ser especies que degradan los ecosistemas) y a SEMARNAT, tratando de decretar reservas celulares (naturales) o Áreas Naturales Protegidas como medidas de mitigación de los efectos de cambio climático. O en el peor de los casos ver a FONATUR, tratando de establecer campos de Golf en áreas de verdadera importancia para la flora y la fauna.
En este país creemos más de uno, que se necesitan mecanismos de cooperación, de co-participación de co-responsabilidad entre sociedad y gobierno, que aludan a la dirección horizontal.
Una gran mayoría tiene iniciativas pero, esa gran mayoría quiere dirigir y eso implica el aislamiento de otros que gustosamente estarían para sumarse. Un ejemplo claro son las iniciativas de partidos políticos, si uno convoca el resto no acude. Mientras tanto, el reloj sigue corriendo y “Nuestro Futuro Común” de la cumbre Estocolmo de 1987, es ahora nuestro presente trágico.

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