¿Actitudes triunfalistas?

Nada novedoso y mucho menos transparente ha resultado el proceso electoral del 2012. Apoyados por su estructura partidista en unos y por la estructura de gobierno que ostentan en otros casos, los partidos políticos se han adelantado. Quien de manera independiente pero con el evidente apoyo de pequeños partidos recorre el país es Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que recientemente formalizó en Asociación Civil.


De manera habitual se despliegan las entregas de apoyos y dádivas, y con normalidad los aspirantes se publicitan más que promover los programas sociales del gobierno que representan y, constantemente en los medios impresos y digitales se miran rostros y se anuncian acciones “históricas”.


Los tiempos oficiales de la contienda electoral no han sido respetados como en otros tiempos, el Instituto Federal Electoral como siempre ha hecho caso omiso a ello, hasta ahora, no se ha pronunciado en ningún sentido, ni hacia partido político alguno como tampoco a AMLO.


Aunque los gobiernos disfracen testimonios de “beneficiarios” anunciando logros en diversas materias, aunque los aspirantes no respondan a preguntas sobre sus aspiraciones reales y sólo se limiten a decir “soy respetuoso de los tiempos que marque mi partido”, aunque mucho de lo que hacen formen parte de sus obligaciones como gobierno o institutos políticos, los objetivos electorales que persiguen están más que implícitos, por tanto, son actos anticipados de campaña.


De los “anticipados”, llama fuertemente mi atención esa actitud soberbia y triunfalista del PRI. La tesis que han hecho sobre la hipótesis de su regreso a Los Pinos con Enrique Peña Nieto los tiene más que confiados. Aunque parezca un hecho eminente la unción de éste como el “elegido”, los priistas hacen cuentas alegres y premeditadas. No les ha importado que en los otros partidos políticos, los escenarios sean abstractos y no tan concretos como en el PRI.


En su soberbia los priistas de “arriba”, de “abajo” y de todos lados, incluso han dado por hecho la sumisión de Manlio Fabio Beltrones hacia Peña Nieto, ni la reciente reunión del primero con Ernesto Cordero, aspirante del PAN señalado como el elegido del presidente Calderón, les ha preocupado. Aun cuando pueda intuirse la mano del presidente en este acto, las cuentas siguen alegres.


Si bien el cobijo de las televisoras, artífices de la imagen, postulación y “liderazgo” de Enrique Peña Nieto le dan un margen de error mínimo para que otro le arrebate la candidatura, mientras transcurren los días las distancias podrían acortarse, no sólo al interior del PRI y sus aspirantes, sino, entre las fuerzas políticas. Un claro ejemplo esta en el antecedente del 2006, cuando un AMLO por arriba de las preferencias en las encuestas, no se le veía rival.


Habría que sumar que son muchos los escenarios adversos en el PRI, sobre todo en algunas entidades donde ya no gobiernan pero, aún así, nada ni nadie les ha podido robar el sueño presidencial, de hecho, incluso son pocas las voces críticas hacia esas actitudes.


Mucho ayuda que el PAN en menos de 12 años no ha logrado consolidar el proyecto de país que muchos soñamos, contrario a ello, son muchas las voces que claman un cambio en la estrategia no sólo contra el crimen organizado. El ejecutivo solo hace que los ve pero no escucha.


Mientras no se declare el inicio del proceso electoral oficialmente, los escenarios se alimentarán de la sospecha, de la intuición y de la fe, pero, en política, sobre todo lo anterior, se anteponen los intereses. Las ideologías y los partidos políticos en muchos casos quedan en segundo término y de ellos, recientemente hemos sabido de ello.

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