Posiblemente muchos, quienes nacimos entre 1980 y 1992 del siglo pasado, al crecer durante aun la hegemonía priista seguramente por inercia fundó en nosotros la creencia a cerca de que los gobernantes emanados de ese partido eran los causantes de las desgracias nacionales como la pobreza, marginación y el rezago educativo, entre otros.
Entre esos “nosotros”, cabe aclarar, se ubica la inmensa mayoría de quienes en ningún momento hemos sido tomados en cuenta, quienes no hemos participado en partido político alguno y que, en muchos de los casos hemos dejado en manos de otros las decisiones importantes. Acostumbrados a permanecer ocultos, aislados de los alcances de los programas y proyectos y, acostumbrados a ser visibles sólo en tiempos de campaña, consideramos existen muchas razones para pensar que el PRI es sinónimo de tragedia nacional y por ende, cierta inclinación o afinidad hacia algún partido denominado de “oposición”.
Como si de tajo, ser oposición, encauzara hacia un mejor futuro, los partidos de oposición han aprovechado las circunstancias para amasar un capital que ha quedado al margen del PRI. Pero en esta argamasa que significa la política –no necesariamente lo político-, es justo decir que entre 1980 y 1992, mientras el modelo económico de “sustitución de importaciones” iba en decadencia, los actores políticos desde el ejecutivo y principalmente en el legislativo, fraguaban una reestructuración económica que introdujo finalmente la política neoliberal, por ejemplo con la modificación del artículo 27 constitucional.
En esa reestructuración, diversos artículos, estudios y personajes han revelado serias complicidades entre los partidos políticos, así como negociaciones de coto de poder y hasta relevos disfrazados de alternancia política que, finalmente son usados como bandera para aludir a la democracia como proceso surgido entre el equilibrio de partidos políticos.
No cabe la menor duda, lo anterior ha servido para evitar grandes cacicazgos y autoritarismos ilimitados (como ejemplo Oaxaca) pero, en cambio ha sentado bases para una red amplia de corrupción y tráfico de influencias por el pago de favores.
Ante este nuevo escenario electoral, los partidos políticos (y sus actores en pugna) no han perdido la oportunidad de intercambiar señalamientos y, de paso aprovechan los reflectores para proclamarse como la única opción para este país, en otros casos hasta vencedores de la contienda se han declarado.
Sin embargo, el reciclaje de personajes que pasan de un partido a otro donde, bien puede ser de “izquierda” a “derecha”, viceversa o de cualquier postura a una menos definida como lo son los partidos pequeños, ha generado confusión para el electorado. Ha resultado que los progresistas y democráticos no lo son tanto, que los nunca fueron democráticos resultaron defensores de la democracia y hay otros que prefieren lavar la ropa en casa, a escondidas de la sociedad.
Así, en estos años posteriores, hemos pasado de romper el paradigma de que el PRI es hegemónico, de que el PRD es defensor del pueblo, de los pobres y de las causas sociales y, que el PAN es el partido de la alternancia, de la transición democrática, del partido de los empleos, del constructor del país para “vivir mejor”.
Rotos estos paradigmas, la sociedad tiene menos opciones y los partidos políticos añejos menos moral, lamentablemente tampoco los partidos de nueva creación. Hemos pasado de un mundo antagónico, donde aprendimos a distinguir el blanco de lo negro, lo bueno de lo malo, a los pobres de los ricos, los afortunados de los desafortunados, lo positivo de lo negativo, etcétera, a otro mundo donde todo es gris, donde para algunas cosas se es malo y para otras no tanto, donde se es pobre en dinero pero rico en recursos naturales y cultura, donde somos afortunados para algunas cosas y desafortunados para otras.
En este escenario, si las y los jóvenes por ejemplo somos afortunados por las facilidades y ofertas educativas pero desafortunadas y desafortunados por la falta de empleos y oportunidades, entonces es necesario romper otro paradigma, aquel que ha imposibilitado el cambio generacional por diversos actores e intereses, aunque resulte prudente decir que, es mas riesgosa por la importancia de una elección como la del 2012. Es prudente además, aclarar que no defiendo partido o aspirante alguno, pues como muchos, ya egresé de la “edad de la inocencia”.
Entre esos “nosotros”, cabe aclarar, se ubica la inmensa mayoría de quienes en ningún momento hemos sido tomados en cuenta, quienes no hemos participado en partido político alguno y que, en muchos de los casos hemos dejado en manos de otros las decisiones importantes. Acostumbrados a permanecer ocultos, aislados de los alcances de los programas y proyectos y, acostumbrados a ser visibles sólo en tiempos de campaña, consideramos existen muchas razones para pensar que el PRI es sinónimo de tragedia nacional y por ende, cierta inclinación o afinidad hacia algún partido denominado de “oposición”.
Como si de tajo, ser oposición, encauzara hacia un mejor futuro, los partidos de oposición han aprovechado las circunstancias para amasar un capital que ha quedado al margen del PRI. Pero en esta argamasa que significa la política –no necesariamente lo político-, es justo decir que entre 1980 y 1992, mientras el modelo económico de “sustitución de importaciones” iba en decadencia, los actores políticos desde el ejecutivo y principalmente en el legislativo, fraguaban una reestructuración económica que introdujo finalmente la política neoliberal, por ejemplo con la modificación del artículo 27 constitucional.
En esa reestructuración, diversos artículos, estudios y personajes han revelado serias complicidades entre los partidos políticos, así como negociaciones de coto de poder y hasta relevos disfrazados de alternancia política que, finalmente son usados como bandera para aludir a la democracia como proceso surgido entre el equilibrio de partidos políticos.
No cabe la menor duda, lo anterior ha servido para evitar grandes cacicazgos y autoritarismos ilimitados (como ejemplo Oaxaca) pero, en cambio ha sentado bases para una red amplia de corrupción y tráfico de influencias por el pago de favores.
Ante este nuevo escenario electoral, los partidos políticos (y sus actores en pugna) no han perdido la oportunidad de intercambiar señalamientos y, de paso aprovechan los reflectores para proclamarse como la única opción para este país, en otros casos hasta vencedores de la contienda se han declarado.
Sin embargo, el reciclaje de personajes que pasan de un partido a otro donde, bien puede ser de “izquierda” a “derecha”, viceversa o de cualquier postura a una menos definida como lo son los partidos pequeños, ha generado confusión para el electorado. Ha resultado que los progresistas y democráticos no lo son tanto, que los nunca fueron democráticos resultaron defensores de la democracia y hay otros que prefieren lavar la ropa en casa, a escondidas de la sociedad.
Así, en estos años posteriores, hemos pasado de romper el paradigma de que el PRI es hegemónico, de que el PRD es defensor del pueblo, de los pobres y de las causas sociales y, que el PAN es el partido de la alternancia, de la transición democrática, del partido de los empleos, del constructor del país para “vivir mejor”.
Rotos estos paradigmas, la sociedad tiene menos opciones y los partidos políticos añejos menos moral, lamentablemente tampoco los partidos de nueva creación. Hemos pasado de un mundo antagónico, donde aprendimos a distinguir el blanco de lo negro, lo bueno de lo malo, a los pobres de los ricos, los afortunados de los desafortunados, lo positivo de lo negativo, etcétera, a otro mundo donde todo es gris, donde para algunas cosas se es malo y para otras no tanto, donde se es pobre en dinero pero rico en recursos naturales y cultura, donde somos afortunados para algunas cosas y desafortunados para otras.
En este escenario, si las y los jóvenes por ejemplo somos afortunados por las facilidades y ofertas educativas pero desafortunadas y desafortunados por la falta de empleos y oportunidades, entonces es necesario romper otro paradigma, aquel que ha imposibilitado el cambio generacional por diversos actores e intereses, aunque resulte prudente decir que, es mas riesgosa por la importancia de una elección como la del 2012. Es prudente además, aclarar que no defiendo partido o aspirante alguno, pues como muchos, ya egresé de la “edad de la inocencia”.
justicia!
ResponderEliminarmira que tu ya no estas
y me pregunto cuando llegaras?
los pueblos humanos te llaman